En un entorno donde la agilidad y la innovación marcan la diferencia, las instituciones financieras se apoyan cada vez más en la infraestructura en la nube para impulsar su crecimiento y competitividad.
Según los últimos datos de 2025, el 98% de las organizaciones financieras ya utiliza algún tipo de servicio en la nube, lo que refleja una adopción casi universal.
El gasto global del sector financiero en la nube alcanzó $93 200 millones en 2023 y se proyecta que llegará a $205 000 millones en 2028. Además, el mercado mundial de servicios en la nube pública superó los $723 400 millones en 2025, frente a $595 700 millones el año anterior.
Las pymes financieras tampoco se quedan atrás: más del 54% de ellas gasta cada año más de $1.2 millones en servicios de nube, con una previsión de incremento del 31% en 2025.
Las plataformas basadas en la nube se dividen principalmente en SaaS, IaaS y PaaS, cubriendo necesidades desde aplicaciones de usuario hasta infraestructura y desarrollo de software.
Se prevé que el 90% de las organizaciones operarán con modelos de nube híbridos en 2027, combinando nube pública y privada para maximizar la seguridad y la eficiencia operativa.
La migración a la nube ofrece ajustar recursos en tiempo real sin la necesidad de invertir en costosa infraestructura física, lo que permite responder con rapidez a picos de demanda.
La eficiencia operativa se ve reforzada gracias a la automatización, la centralización de datos y la optimización de flujos de trabajo, reduciendo tiempos de procesamiento y minimizando errores manuales.
La nube potencia la automatización inteligente de ofertas al aprovechar algoritmos de IA que analizan en tiempo real el comportamiento de clientes y generan recomendaciones personalizadas.
La transformación de sistemas heredados representa un reto, pero también una oportunidad para integrar nuevos servicios y optimizar costes a largo plazo.
La integración de sistemas heredados requiere planificación detallada para evitar interrupciones y garantizar la coherencia de los datos.
La escasez de profesionales en nube, ciberseguridad y DevOps genera competencia interna por talento especializado, mientras que la resistencia al cambio cultural puede frenar la adopción.
En cuanto al cumplimiento regulatorio, es fundamental elegir proveedores que ofrezcan controles automatizados y opciones de localización de datos según las normativas de cada región.
El uso de IA generativa en entornos cloud alcanza el 72% de adopción, impulsando la creación de reportes automáticos y análisis avanzados.
Surgimiento de plataformas de nube verticales especializadas para el core banking, con soluciones listas para cumplir normativas locales e internacionales.
Crece la colaboración entre fintechs y bancos tradicionales mediante ecosistemas de colaboración en la nube, usando APIs abiertas para co-crear productos innovadores.
La nube habilita servicios omnicanal que garantizan una experiencia fluida en web, móvil y canales presenciales, anticipando necesidades y ofreciendo asesoría predictiva.
La banca digital personalizada se traduce en mayor fidelización, al proporcionar planes de ahorro, préstamos y productos financieros adaptados al perfil del usuario.
La redundancia geográfica y la replicación continua permiten una recuperación ante desastres en la nube en minutos, minimizando el impacto operativo.
Las políticas de backup automatizadas y las pruebas periódicas de restauración aseguran la disponibilidad y la integridad de la información crítica.
La nube ya es un componente estratégico para la resiliencia y la competitividad de las entidades financieras. Se espera un acelerado crecimiento en modelos híbridos y soluciones verticales, así como un mayor enfoque en gobernanza y seguridad.
Adoptar la nube de forma inteligente permitirá a las empresas financieras escalar, innovar y mejorar la experiencia de sus clientes, posicionándolas a la vanguardia de la transformación digital.
Referencias