En un mundo cada vez más digitalizado, las finanzas embebidas están transformando nuestra forma de consumir y pagar. Sin darnos cuenta, accedemos a servicios financieros invisibles en plataformas de compra, apps de movilidad y marketplaces, sin tener que salir de esos entornos digitales.
El concepto de finanzas embebidas se centra en la integración de productos bancarios directamente dentro de aplicaciones o servicios no financieros. Esto incluye pagos, créditos, seguros e incluso inversiones, todo dentro de una única experiencia de usuario.
Al evitar la necesidad de recurrir a una app bancaria externa, se reduce la fricción y se mejora la satisfacción. Gracias a esta experiencia de usuario más fluida, las empresas no financieras logran fidelizar clientes y ofrecer valor añadido.
El origen de las finanzas embebidas se remonta a las transferencias digitales y pagos entre individuos, pero hoy abarca desde tarjetas virtuales hasta financiamiento instantáneo y seguros automáticos.
Este avance ha sido posible gracias a las regulaciones de open banking y a las APIs abiertas que permiten a las empresas no bancarias integrar servicios financieros de manera ágil, segura y regulada.
Las entidades bancarias se convierten en proveedoras de infraestructura, mientras que los comercios y aplicaciones retienen al cliente dentro de su entorno digital, maximizando sus ingresos y optimizando el ciclo de vida del usuario.
Además, se promueve la inclusión financiera en mercados emergentes, permitiendo que sectores no bancarizados o sub-bancarizados participen en la economía digital con facilidad y seguridad.
Según Lightyear y otros informes, el mercado de finanzas embebidas movió 22.500 millones de dólares en 2020 y se proyecta que supere los 230.000 millones de dólares en 2025, multiplicando por diez su tamaño en cuatro años.
En América Latina, el crecimiento es notable gracias a la alta penetración de smartphones y a la rápida adopción de fintechs. Sectores como retail, telecom, salud y gaming lideran la integración de estos servicios.
Estos ejemplos muestran cómo los consumidores disfrutan de procesos más rápidos y cómo las empresas mejoran sus tasas de conversión y satisfacción.
Aunque relacionados, BaaS (Banking as a Service) se centra en la infraestructura que permite integrar servicios financieros, mientras que las finanzas embebidas se refieren a la experiencia final del usuario.
Para abordar estos retos es indispensable contar con tecnologías de autenticación y cumplimiento robustas, así como mecanismos de monitoreo continuo y auditorías periódicas.
La tendencia apunta hacia una completa “invisibilidad” de los servicios financieros, con acceso instantáneo y sin fricciones, lo que reforzará la fidelización y nuevas oportunidades para sectores no bancarios.
Regulaciones como PSD2 en Europa y esquemas de Open Banking en Latinoamérica seguirán impulsando la colaboración intersectorial y reduciendo barreras de entrada.
Para las empresas, es vital seleccionar partners tecnológicos con experiencia, priorizar la experiencia de usuario y asegurar la protección de datos. Implementar prototipos y pruebas piloto permitirá ajustar la oferta antes de su lanzamiento masivo.
Los consumidores, por su parte, deben informarse sobre las condiciones de crédito o seguros integrados y verificar los niveles de seguridad de las plataformas.
Con el auge de las finanzas embebidas, el futuro de los servicios financieros se perfila como una experiencia integrada y natural, donde el acceso a acceso inmediato a crédito y otros productos será tan sencillo como un clic en tu app favorita.
Referencias